Por Valentina Lopes

El atractivo de explorar y aventurarse a viajar por el mundo se ha estado convirtiendo en una práctica masiva, abarcando sobre todo una franja etaria de jóvenes entre los 15 y los 25 años. Viajes de intercambio con fines educativos, experiencias de un año viviendo en otro país; oportunidades “únicas y enriquecedoras”, comenta Elías Castañares, alumno de 6to año de Estrella de Belén que estuvo un mes recorriendo Europa.

Según la Organización Mundial de Turismo, en la actualidad el movimiento constante de viajeros de temprana edad significa un 20% del total de las inmigraciones a nivel global, casi 190 millones de chicas y chicos por año. Eligiendo como destino Norteamérica (EEUU liderando la lista), Reino Unido, Francia, Italia, entre otros, jóvenes y adolescentes marcan un antes y un después en el turismo mundial. Llenando de esperanza a muchos, cada vez son más los que emprenden su viaje a lo desconocido.

En nuestro Colegio, sin ir más lejos, tuvimos la oportunidad de ser protagonistas de las historias de Lucas Villé, de Bélgica, y Zachary Marx, de Estados Unidos. Ambos estudiantes de intercambio del Rotary International Club, la entidad privada con mayor intercambio anual de becarios, llegaron a Argentina con expectativas y objetivos claros: madurar y conocer más de sí mismos. “Siento que crecí gracias a interactuar con esta cultura, me siento en otro mundo diferente al que estaba acostumbrado”, nos contaba Zach, nacido en California. Llegó desde Idaho a ser parte de una nueva familia, una nueva cultura, un nuevo estilo de vida. “Me sentí un poco raro el primer día, no estaba en casa. Aun así, hoy puedo decir que me cambió la vida, y que todos tendrían que pensar en hacerlo”. Mientras, Lucas nos dejaba su experiencia: “Me llevo mucho más que un viaje; me llevo conmigo una familia a pesar de la distancia, una parte de mí que creció indudablemente. Fui transformado por completo, y volvería a hacerlo todo de nuevo”. Dejando acá a su “familia argentina”, Lucas se lleva un intercambio cultural gigantesco y unas ganas inmensas de volver a este país.

Como si estuviera caminando por las calles europeas nuevamente, Elías nos lleva a vivir junto con él lo vivido en su viaje de estudio, organizado por el instituto de inglés al que asiste. Londres, Oxford, Edinburgh, Bath, Madrid, Paris; calles húmedas, nuevas amistades, un sinfín de historias ocultas. Esto se vivía en los largos recorridos, siendo Oxford su ciudad elegida entre todas las que pudo conocer. “Esa sensación de encontrarse con lo nuevo y lo desconocido estaba latente, lo sentíamos en el aire”, decía el alumno. “Es inexplicable lo que se vive, vale la pena desde principio a fin”. Un mes siendo un turista que descubre, que experimenta y disfruta.

Además de contarnos lo que sintió allá, nos cuenta que su viaje comenzó un año antes, planeando su estadía, sus gastos, la documentación necesaria. Comenzando con juntas informativas, donde se charló con los coordinadores acerca de los objetivos, las principales atracciones. Los papás de Elías empezaron a recoger todo lo necesario para que este sueño llegara a concretarse.

El precio aproximado que se estima por este tipo de viajes es de unos 6000 dólares. En general se seña con un 30% del valor y el resto se va abonando en cuotas. Ya listo lo indispensable, lo único que les resta a estos jóvenes es preparase para disfrutar. Paisajes, amigos, nuevas culturas, todo parte de una vivencia inigualable.

Teniendo entre 17 y 19 años, coinciden en que “descubrirse” fue su gran riqueza. Desarrollarse personalmente y crecer parece ser el objetivo en común entre los que eligen este estilo de vida o “lifestyle”, como nos gusta llamarlo. Impulsando a muchos, los “millennial travellers” parecen entender que la esencia de la vida está en las experiencias auténticas, en no preocuparse por lo que tiene solución y en vivir cada día al máximo. Las oportunidades abundan, crece el número de valientes que se animan a probar. Y vos, ¿te atreverías?