Por María Lucía López Cáseres
Como parte del proyecto que los alumnos de 2do año realizaron junto al profesor de Prácticas del lenguaje, Esteban Chialva sobre cuentos fantásticos, hoy compartimos con ustedes este relato de María López Cáseres.
Bosque
Tenía 10 años cuando me contaron la historia. A esa edad, lo tomé como un juego, como una de esas historias que se les cuenta a los niños para que coman sus vegetales y hagan su tarea, pero ahora mismo no sé qué creer.
Ayer mismo recibí un paquete. No tenía remitente, sólo destinatario, por lo que me dio miedo lo que podía contener. Con cuidado lo abrí y descubrí un viejo cuaderno con una inscripción que decía “Kyle” en la tapa. No sé por qué, pero un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Automáticamente me vino a la mente la historia de cuando tenía 10 años. Tomé el cuaderno y lo abrí. Leí sus páginas y descubrí esa misma historia vivida en carne propia. Finalmente debo aclarar que estoy escribiendo esto desde mi móvil en mi automóvil, puesto que mi casa y computadora ya no son seguras. A continuación la historia como se halla en el cuaderno.
[7/3/97]
Mi nombre es Kyle Roggers, nací en el sur del Bronx en Nueva York, EE.UU. Recientemente me mudé con mi madre a un pequeño pueblo en el sur de Missouri. Realmente lo odio. Mi madre dice que es por mi bien, para que no ande por malos caminos, por ejemplo las drogas. Igualmente lo odio. Lo único bueno que veo es que tenemos un bosque al lado de casa. Nos ahorraríamos 20 dólares al año en madera, si tan solo pudiésemos cortarla.
[10/3/97]
Intenté juntarme con los chicos de aquí. No hay caso. Hay muy pocos chicos y todos parecen conocerse de toda la vida. Los gustos tampoco ayudan. Escuchan música country y comen tartas de nueces con mucha miel. No saben andar en patineta y disfrutan de correr entre los árboles. No me gustaría saber que shows miran en la TV, aunque dudo que conozcan lo que es una. Dicen que uso palabras raras y que mi cabello es gracioso. Como si nunca hubiesen escuchado su acento o visto sus ridículos sombreros. Creo que soy la única persona de color además de mi madre. Que suerte la mía.
De todos los lugares raros del país tuvimos que venir este.
[20/3/97]
No puedo más en este asqueroso lugar. Quiero volver al Bronx a andar en patineta y comer donas para llenarme las manos y la cara de azúcar e ir a conciertos de hip-hop con mis amigos. Odio este horrible pueblo, su horrible acento y su horrible bosque. Su bosque. Jamás fui a investigarlo. Podría ir. Mañana incluso. De todas formas no hay nada mejor que hacer.
[21/3/97]
Hoy voy a salir a explorar el bosque. No le dije mi mamá. ¿Para qué? Solo se preocuparía y me prohibiría ir, arruinando lo único interesante para hacer que encontré, por lo que no le diré nada. Cuando vaya a trabajar voy a salir.
Mamá salió hace media hora. Ya tengo mi mochila lista. Voy a explorar hasta que me canse. Son las 3:00 p.m., tengo hasta las 10.30 p.m. para adentrarme en el bosque y volver.
[22/3/97]
Son las 3:00 a.m. Debería volver, pero lo cierto es que el bosque está muy interesante… también ocurre que me he perdido, pero encontrare la salida muy pronto.
[25/3/97]
No pude escribir los pasados días. Estuve en el hospital. Según mi madre me había golpeado la cabeza con una roca y entonces me desmayé. Un leñador que pasaba por allí me encontró. Lo que no saben es por qué me había golpeado la cabeza ni qué hacía en el bosque. La cosa es así: Luego de terminar de escribir por ayer, seguí explorando. No pasó media hora que sentí una presencia. Sentía una respiración, como la de un gran perro. Sinceramente, no sé por qué creí que sería buena idea averiguar de dónde provenía. Busqué y descubrí, detrás de unos árboles, una horrible bestia. Primeramente creí que era un árbol, debido a la oscuridad, pero luego comprendí mi error. La cosa era alta, medía unos 3 metros, tenía la piel escamosa y lastimada, sus brazos eran largos y tenía sus manos y dedos enredados, como ramas, por último, sus ojos eran 2 grandes faroles de luz verde. Ni bien me vio, me sonrió, mostrando sus largos y filosos dientes, de los cuales chorreaba sangre. Luego, pronunció, con una voz de ultratumba, mi nombre. Me paralicé por un segundo, luego eché a correr. Corrí y corrí tan rápido como pude, sin detenerme un segundo. Tal vez era producto de mi imaginación, no lo sé. No puedo quitarme de la cabeza la horrible imagen de su rostro, o sus manos retorcidas, o sus filosos dientes. Y sigue retumbándome en la cabeza su voz diciendo mi nombre.
[28/3/97]
¡Es todo! Estoy acabado. Esto me pasa por meterme donde no debo. Cada vez que cierro los ojos recuerdo su horrible sonrisa manchada de sangre y sigue rebotándome en la cabeza su voz de ultratumba. Ya no puedo ni dormir. Tengo miedo de tener una pesadilla con esa cosa y no poder volver a despertar. Tengo miedo, miedo, miedo, MIEDO
[30/3/97]
Hoy mi madre fue a trabajar, dejándome solo en casa. Quería rogarle que se quedara, pero hubiese tenido que explicarle la razón y sinceramente no quiero hablar de eso. ¡Maldición! No llevo un mes en este pueblo y ya tengo problemas. Debería ver la TV o algo que me calme.
Son las 11:30 p.m. Y mi madre me telefoneó para decirme que pasaría la noche en la oficina pero que si necesitaba algo le avisase. Genial, toda una noche para mí solo.
[31/3/97]
Son las 2:30 a.m. Logré dormir unas horas, no sé cómo pero lo hice. Me desperté y no puedo volverme a dormir así que aprovecharé para escribir aquí.
Me dormí pensando en alguna anécdota del Bronx. Me desperté recién, son las 3:00 a.m. Voy a volver a dormir. Escuché un ruido. No debo escandalizarme. Apuesto que es el viento.
Me quedé mirando un punto fijo en un rincón. No sé por cuanto tiempo. Ese ruido otra vez. Ya déjame tranquilo, intento dormir. No puedo dejar de pensar en ese ruido, ahora sí creo que estoy loco, esto me está matando. Me estaba durmiendo, cuando un color verde intenso iluminó la casa. Luego, hubo un profundo silencio. Todo parecía permanecer igual; pero yo sentía algo extraño. Ese ruido otra vez. Esta vez lo escucho con más nitidez… ¡No! ¡Otra vez no! ¡Aléjate maldito! Estoy escondido en el armario. Esa cosa entró a casa, me está buscando. Escribo ya que es más silencioso que grabar un video o un audio, aunque no puedo evitar que la bolita del bolígrafo haga ruido. Estoy quieto, trato de no respirar y escribo cuidadosamente en el cuaderno. La cosa entró al cuarto. Me encontrará. Lo siento mamá, debí haberte dicho que iba a ir al bosque. Y tú, el que estás leyendo mis palabras finales, ten cuidado. Quizás tú tengas más suerte, pero aun así aléjate del bosque. Si escuchas tu nombre no busques al autor del sonido. No mires su cara, ni sus ojos, ni su sonrisa. Corre. Corre.
¡Maldición! ¡Está abriendo el armario!
Ayuda, ayuda, AYUDA.
Hasta allí llega el cuaderno de Kyle Roggers. Su cuerpo fue encontrado en el armario de su casa y parecía haber sido atacado por una jauría de lobos. Como les digo, ya no sé qué creer. Este sitio web fue el único lugar que encontré para contar esto. Así como yo leí las últimas palabras de Kyle Roggers, tú estás leyendo las mías, puesto que la cosa me llama y tengo un inexpresable deseo de adentrarme al bosque.