Por Abril Sánchez

Hoy es el Día del Ejército Argentino y se celebra en todo el territorio nacional, ya que el día 29 de mayo de 1810 se creó el Ejército Argentino. Por un decreto dado por la Primera Junta de Gobierno, se organizan las primeras unidades del ejército sobre la estructura del ejército virreinal.

Para conmemorar este día tan importante, entrevistamos a Gabriela Paola Ponce, sargento oficinista del ejército. Ella tiene 39 años. Está en el ejército hace 21 años, actualmente realiza tareas administrativas y tareas operacionales como tiro, salidas al terreno y demás actividades de preparación. Formó su vida en el ejército, conoció a su esposo en su trabajo en el año 1997, ya que también él trabaja en servicio de la comunidad. Es madre de dos adolescentes de 17 y 13 años, Florencia y Federico Fernández, ambos alumnos del Colegio Estrella de Belén. Hace unos años viajó a Chipre en servicio de los cascos azules. Declara siempre haber estado muy orgullosa de su empleo y afirma que ella encontró su vocación.

¿Qué sentís hoy que se celebra el Día del Ejército?

(Suspira de orgullo) Es un día muy importante para nosotros, siento un orgullo muy grande por ser parte del Ejército Argentino. Uno se emociona cantando el Himno, para mí es un orgullo ser parte.

¿Cómo te diste cuenta que trabajar en el Ejército era lo que querías?

Yo entré al Ejercito por una cuestión económica, para ayudar a mi familia, pero después con el pasar del tiempo realmente me di cuenta que era lo que quería hacer, que me gustaba mucho estar ahí y tuve la posibilidad de hacer carrera. Entré como soldado voluntario el 14 de abril del año 1997. Estuve seis años y medio así, tuve la posibilidad de rendir los ciclos como soldado, rendir pruebas, rendir la parte física y quedar en la vacante para ir a la escuela para hacer el curso como cabo.

¿Cómo fueron tus comienzos?

Como soldado fue totalmente duro, hacía muy poco que habían dejado de estar los soldados conscriptos, en el año 1995. En el 1997 todavía seguía existiendo un régimen muy estricto dentro del Ejército. Y sí fue duro, porque uno cuando es civil se maneja de distinta manera, no tenés un régimen en el que te controlen. Te enseñan muchos valores, como la uniformidad, cumplir horarios, órdenes, que te griten o te llamen la atención. Además te muestran el respeto a los símbolos patrios. Fue duro, yo tenía 18 años, había dejado el secundario para poder entrar al Ejército como soldado, después lo pude terminar de noche, que también fue un gran sacrificio. No tenés a tu familia, uno a veces dice no me grita mi mamá y me vienen a gritar acá adentro, pero bueno son las reglas del Ejército, el respeto al superior, muchas veces no quedaba otra que llorar debajo de las sábanas.

El año en que ingresó al ejército, el día de la jura de la bandera

¿Cómo se puede ser parte del ejército?

Podes ser parte del Ejército como soldado, oficial o como suboficial. Como soldado tenés que inscribirte en un centro de reclutamiento y movilización de la unidad más cercana. Como suboficial inscribiéndote a la Escuela de Suboficiales del Ejército Sargento Cabral, que queda en Campo de Mayo, en Buenos Aires. Y como oficial, en el Colegio Militar de la Nación que queda en El Palomar, también en Buenos Aires.

¿Crees que hay tensiones entre oficiales y suboficiales?

No creo que existan tensiones entre ambos. Somos todos parte del Ejército, tenemos que tener respeto porque un oficial es un superior nuestro, lo mismo que con los suboficiales ya que hay algunos que tienen más grado que nosotros y nada, es respeto. No hay tensión, eso no existe en el Ejército, la tensión entre unos u otros, somos todos iguales.

¿Cómo hiciste para quedarte tanto tiempo en Tandil, ya que muchas veces se traslada a quienes son parte del Ejército?

El quedarme mucho tiempo en Tandil fue una cuestión de suerte. Los pases salen todos los años, hemos tenido suerte de que no nos saliera el pase. Pero bueno uno siempre está preparado para que te salga el pase a otro destino. Y no es una cuestión de si te querés ir o no te querés ir es cuestión de que los pases son en cuestión a la necesidades que haya en otras unidades de todo el país con el tema de las especialidades. No es algo que queremos o no queremos, nos sale y nos tenemos que trasladar y si no queremos, bueno nos tendremos que ir de baja será que no estamos preparados para estar en el Ejército.

Gabriela Ponce, junto a sus hijos y su marido.

¿Por las actividades de los militares en la historia argentina, crees que hay un recelo de parte de la sociedad?

No, no creo. Puede ser que todavía quede gente que, por cosas que han pasado en la historia, les haya quedado un resentimiento. Pero bueno es la historia, es el pasado, creo que somos una nueva generación y que la gente que tiene que ser juzgada está siendo juzgada como corresponde. Las personas tienen que empezar a confiar un poco más en nosotros, que somos una nueva generación. Hacemos muchas cosas por la sociedad, hoy en día, por ejemplo servimos en el tema inundaciones, estamos al servicio de la comunidad.

¿El Ejército se fue actualizando a medida que pasó el tiempo?

Si, totalmente, se ha ido actualizando en todo sentido, en tema tecnológico, en cuanto a lo que es vehículos, armamentos. Siempre se tiene que ir modernizando para una mejor capacitación de nosotros también.

Gabriela viajó a Chipre en funciones con los cascos azules, militares que están encargados de crear y mantener la paz en áreas de conflictos, monitorean y observan los procesos pacíficos. Brindan asistencia a ex combatientes. Son fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

¿Cómo fue tu viaje a Chipre?

Yo fui seleccionada para integrar la Fuerza de Tarea Argentina N° 45, Chipre. Así como también fue algo hablado en familia, viendo que tenía la posibilidad de ir, todos estuvieron de acuerdo. Me preparé, rendí exámenes, exigencias físicas y hacer todo lo concerniente a la etapa previa en cuanto a instrucciones para poder participar en la misión de paz.

¿Qué tareas hiciste allá?

En Chipre hice tareas administrativas, estuve en una parte que se llama la parte personal, hacia turnos, bueno ese fue mi trabajo en Chipre. El estar mucho tiempo lejos de la familia eso es muy fuerte. La partida. Y bueno después todo lo que es el sacrificio allá de estar solo seis meses, es una mezcla de sentimientos. El saber que tenés a tu familia lejos y uno se encuentra solo.

Gabriela en su viaje con cascos azules a Chipre

¿Tenés algún plan próximo con los cascos azules?

Si, como próximo objetivo me gustaría volver a Chipre ya que es misión, sería para poder quizás llevar a mi familia porque cuando estas allá tenés unos días de vacaciones y me gustaría que mi familia pudiera acompañarme.

¿Te gusta tu trabajo?

Sí, me encanta, amo lo que hago me encanta el ejército. Muchas veces sacrifique muchas cosas en cuento a lo que es familia o tiempo para tener libre, pero es mi trabajo y creo que cuando uno tiene vocación realmente no importa más nada.