En el Día del Periodista, entrevistamos a Virginia Himitian, profesora de Comunicación y periodista
Por Florencia Prychodko y Eugenia Griffioen
Con una personalidad burbujeante que sabe ser feliz a las 7.30 de la mañana, olvidarse media frase, emocionarse por los pequeños grandes logros y que ama hacer proyectos que rompen estructuras, Virginia Himitian, docente desde hace siete años y periodista eterna, nos cuenta, en el día del periodista, con ojos brillantes y sonrisa cómplice cómo nació el periódico del Colegio, el periodismo como carrera, sus pasiones y la vida en la escuela.
¿Cómo surge la idea de hacer un diario escolar?
Era una idea que me daba vueltas en la cabeza hace bastante tiempo. Los contenidos en 6to año contemplan, el periodismo gráfico, los diferentes géneros, la noticia,entonces me pasaba que el abordarlos directamente como si fuera algo académico, hacía que perdieran su esencia. Porque los chicos tenían que escribir la noticia en una hoja de cuaderno, me la daban y la única que la leía era yo, no tenía conexión con la vida real. Lo pensamos bastante, al principio la idea fue hacerlo en papel, pero tiene unos costos que son difíciles. Finalmente el año pasado decidimos realizar este diario como una página institucional de Facebook, que tiene bastante de las herramientas que necesitábamos, te deja producir una nota, ya que viene con un prediseño y ese fue el primer puntapié, que los chicos pudieran escribir pero a la vez ser leídos y tener la sensación de que eso que estás escribiendo va a través de un medio de comunicación. Sin embargo, también encontré la limitación a ese formato porque no era fácil de compartir en otras redes como Instagram, que es donde están los chicos. El problema era, que teníamos dos grandes públicos a los que el diario va dirigido: los papás para que se enteraran de lo que pasa en la escuela y después, los propios chicos que ya no están en Facebook. Entonces se hizo necesario crear algún tipo de plataforma web que fuera versátil a todas las redes, las que hoy existen y las que van a existir en un futuro, así que ¡Larga vida a La voz de Estrella! (Se ríe.)
¿Por qué crees que es importante tener un diario escolar?
Porque pasan muchas cosas dentro de la escuela. Cuando los chicos son chiquitos el vínculo de la mamá con la escuela es mucho más frecuente. La maestra le manda una notita, ella va a un acto, participa de un encuentro; conforme los chicos van creciendo siguen haciendo un montón de cosas pero los papás están un poco más afuera, y ya llegando a la secundaria el adolescente casi te pide por favor que ni te acerques a la escuela, pero a uno como papá le encanta enterarse de las cosas que hacen. Vos le preguntas: «¿Che que hiciste hoy?», y te dicen «nada»… pero ese nada vos sabes que está cargado de miles de cosas. Y un poco la idea del diario es recuperar algunas de las muchas actividades que se hacen al interior de la escuela, que son re interesantes. Este año le sumamos, no solo lo que pasa adentro del colegio, que ahí sí tenemos la exclusiva, sino que también los chicos se animen a cubrir cosas que pasan en la ciudad, en el país o en el mundo pero que sean de su interés. Creo que es importante que los adolescentes puedan tener una voz, que sean capaces de comunicar en el lenguaje de los medios, pero en un espacio propio. Porque muchas veces lo que vemos en los medios es una representación negativa del adolescente. Pocas veces se les pone un micrófono adelante a los chicos para que ellos hablen por sí mismos, que sean fuente de información, y el diario fue esto, darles voz, un lugar donde expresarse. La voz de Estrella, es un nombre que los propios chicos eligieron (La promoción de 2017) y me parece lindo porque es esto: tenemos voz y podemos hablar y expresarnos, esa es la función del diario.

Con el proyecto «Arropados» se creó un perchero solidario abierto a la comunidad
Tu primera carrera es periodismo, ¿cómo es que llegas a ser docente?
Nunca lo imagine, por un lado, ni siquiera estaba en mis planes. Yo era mamá del colegio y cuando cambia la ley de educación secundaria, me enteré que Estrella de Belén había elegido la orientación en Comunicación. Me pareció una oportunidad interesante, así que le acerqué a Ana (la directora) un curriculum. Y casi un año después, cuando estaban constituyendo quinto año, que tiene mucha más carga horaria en materias específicas de la orientación; me llamó Ana y me invitó a presentar los proyectos pedagógicos para las materias de Observatorio de Medios (OM), Comunicación y culturas del consumo (CCC). Como no tenía experiencia docente, muy a ciegas preparé estos proyectos porque no tenía idea, finalmente gané ese concurso, me entrevistaron y empecé en la escuela. Ni bien me confirmaron como profe, me anoté en el curso de Formación Docente para profesionales y en el plazo de dos años terminé mi formación académica. Eso me brindó muchas herramientas para enseñar el periodismo, que es muy distinto a ser periodista.
¿Qué es lo mejor de la vida docente?
(Suspira) Lo mejor es el vínculo con los chicos, esa experiencia tan hermosa que es estar cerca, conocerse, enriquecerse unos con otros, me la paso bien en el aula. Aprendí mucho, por ahí si me miro como docente en los primeros años yo era mucho más expositiva, era una clase más tradicional, pero a medida que fueron pasando los años fui buscando maneras de crear situaciones de aula significativas para los chicos, situaciones que pudieran replicar algo de la vida real. Cada vez trato de acercarme más a las experiencias auténticas que tengan punto de contacto y las lógicas en las que uno se maneja en la vida; para que el chico sienta, ésto que estoy aprendiendo me va a servir en mi futuro. Eso hace que, de unos años hacia acá, haya presentado proyectos muy variados, muy vivos y muy divertidos. Yo soy la primera que me divierto; pienso un proyecto pensando en que yo misma tengo que pasarlo bien en el aula. Eso a veces me da muchísimo más trabajo que preparar una clase más tradicional, pero después amo venir a la escuela, vengo llena de alegría, de energía. Es un momento muy lindo y la docencia me transformó mucho como persona.

Virginia en uno de los proyectos que presentó este año: Participar de los Clubes TED-Ed
¿Por qué elegiste el periodismo como profesión, en primer lugar?
El recuerdo más atrás que tengo con el periodismo es a los once años. Mi papá es pastor y viajaba mucho dando conferencias. A mí me gustaba tomar notas de lo que decía. Un día después de que él termina de dar su ponencia, mira mis notas y me dice: “Vos podrías ser periodista”. A medida que fui creciendo me di cuenta de que mi gran pasión era escribir y siempre fui muy curiosa, muy inquieta, donde había algo quería estar en primera fila, sacar la foto y ahí es que encontré que realmente la práctica periodística me resulta apasionante. Es una tarea que siempre es diferente, siempre estás en acción, aprendiendo, escuchando, mirando el mundo con ojos de periodista, pensando qué de lo que dice el otro puede ser un titular, cual es la foto, cómo contar todo esto que vivo de una manera atractiva. Luego cuando tuve que elegir la docencia, encontré que podía seguir ejerciendo esa práctica periodística, que amo pero desde otro rol.
¿Tenés alguna recomendación para alguien que quiera elegir la carrera?
Recomiendo ampliamente esta carrera porque es apasionante. Los medios tienen su lógica, pero que uno se plantee siempre reflejar todos los costados que tiene una noticia, tratar de no hacer un periodismo carroñero que lo único que busca es el punto de rating, sino que realmente sea un servicio. Yo considero el periodismo así. Todos tenemos derecho a acceder a la información, y cuando uno lo toma como un servicio que prestas al otro que no pudo estar presente pero que también quiere saber qué es lo que está pasando; con compromiso, con respeto; es hermoso. Se puede hacer un periodismo serio, exhaustivo, de chequeo de la información. También es preciso leer mucho, capacitarse, animarse, probar nuevos formatos, sobre todo tener una muy alta estima por la propiedad intelectual de los demás. Es una carrera hermosa que brinda muchas oportunidades de crecer como persona.
¿Cómo se combina tu trabajo con la relación con tus hijos?
A mí me encanta (se ríe), no sé si a ellos les gusta tanto, pero bueno. Para mí, fue un desafío muy grande cuando el año pasado, pasé a ser docente de mi propia hija (Eugenia Griffioen). Lo que yo me plantee es ser la mejor profesora que mi hija pudiera tener. Lejos de acomodarme en esa situación, decidí esforzarme aún más, me auto desafié como persona, redoblé la apuesta. A la vez, tener un hijo-alumno, hace que uno adopté un poquito a todos los chicos, que los mires con esa mirada de madre, que entiende un montón de cosas, que tiene muy presente que son sujetos en construcción, ese vínculo me ayuda a quererlos. Además, este año trabajamos en la práctica periodística, que me apasiona, y me encanta verla a Euge en ese rol, aunque sé que no es lo que a ella más le gusta, disfruto de verla produciendo o escribiendo.
¿Qué es lo que te apasiona? ¿Cuáles son tus hobbies?
Amo escribir, lo necesito, me hace bien. Sobre todo en los momentos más intensos, más difíciles y más tristes de mi vida, no encuentro otra manera de sacarme la pena del cuerpo que escribiendo. El sentarme delante de una hoja, me resulta catártico, como esa lucha adentro se va abriendo paso para que salgan las palabras justas que expresen cómo me estoy sintiendo. Y cuando lo logro, me sirve para depurar la pena. Cuando iba a la secundaria, participé de un taller literario, éramos ocho chicas alrededor de la mesa, pero a mí se me abrió una ventana al mundo. Una de las últimas cosas que aprendimos fue a escribir poesía libre y se me pegó ese género, no sé porque, pero siempre que escribo, lo hago en versos.
Viviste en Holanda, ¿cómo fue esa experiencia?
Pablo, mi esposo tiene doble nacionalidad, porque su papá es holandés, después de que nos casamos tomamos la decisión de irnos a Holanda como misioneros. Los dos fuimos y somos muy activos en la iglesia,con una militancia en la importancia de la fe muy grande. Sentíamos esa misión de viajar y compartir con otros acerca de Dios, nos fuimos con la idea de quedarnos un año, pero vivimos allí casi seis.
Los primeros tres años trabajamos con un pastor de Ghana que realizaba una tarea de rehabilitación con consumidores de drogas duras. Luego se nos dio la oportunidad de conocer a un pastor argentino, que vivía en el norte del país (Den Helder), él nos invitó a ser parte de su equipo de colaboradores. Esta iglesia estaba conformada mayoritariamente por mujeres latinas casadas con holandeses, en hogares donde reinaba una lógica bicultural.

La experiencia misionera en Holanda
Luego de unos años, sentimos que el trabajo que estábamos haciendo, había llegado a su fin. Regresamos a Buenos Aires, de donde somos oriundos, y un año más tarde nos mudamos a Tandil para trabajar en un nuevo campo misionero.
¿Cómo es que conociste a Dios?
Nací en un hogar cristiano, pero tuve una vivencia muy personal. De chica tenía una fe muy transparente, hablaba con Dios, lo sentía a mi lado, me fui criando de esa forma y nunca lo abandoné. Obviamente mi fe fue madurando con mi vida, mi fe de niña era muy diferente a la que es hoy, pero en todas las situaciones yo puedo ver la trama y el propósito de Dios y esa convicción de que uno está acá para servir, para hacer bien, para estar cerca del que necesita, del que sufre, del que necesita una palabra, del que no sabe cómo vincularse con Dios. Yo no lo tengo a Dios como un concepto, sino que es inmanencia, que se hace presente en mí y le da forma a todo lo que soy y lo que hago. Es mi estilo de vida. Es algo que no se hereda, porque el encuentro con Dios tiene que ser personal, es cuestión de todos los días. Yo me planteo cada día si quiero seguir o no por este camino.
Virginia es una docente que se involucra personalmente con cada alumno, lo alienta a seguir, a mejorar sus habilidades; tiene pasión por enseñar y se le nota todas las mañanas cuando llega con una sonrisa. Inspira como profesora y como cristiana, hace pocos días dijo algo que me marcó profundamente: “Nosotros no nos pertenecemos. Si estamos acá es porque alguien invirtió en nosotros para que desarrollemos nuestros dones, nuestros talentos y hagamos bien”. Puedo decir que me llevo de ella más que una enseñanza académica en comunicación, me llevo una manera de vivir, elegir a Dios primero sobre todas las cosas. (F.P.)