Por Luis Abregú, Nicolás Carciochi y Damiana Bartel
Hoy, 11 de mayo, exactamente un año y un día después de la primera amenaza de bomba que sufriera el Colegio Estrella de Belén, este lamentable hecho volvió a ocurrir.
En esta nublada mañana de mayo, cerca de las 10 de la mañana, llegó a nuestro Colegio lo que hace días venía ocurriendo en otras escuelas, un efecto dominó: amenazas de bomba en serie. Durante la semana se dieron en las escuelas Comercio, Técnica N2, Polivalente (ambos edificios), SAFA, Normal, y hoy Estrella de Belén.
La advertencia de la amenaza llegó a la escuela por medio del cuerpo policial, que fue el que recibió la llamada. Inmediatamente en la institución se dio inicio al plan de emergencia y evacuación. Como nos explicó el representante legal del colegio, Gustavo Tamame, el mismo consistió en que los alumnos de secundaria bajaran primero, luego primaria y por último jardín de infantes. Además, a cada sector le correspondía descender por una escalera determinada. El protocolo funcionó muy bien y por suerte, esta vez, no nos tomaron de sorpresa: la escuela estaba preparada para la ocasión.
Paredes adentro se vivió una situación extraña, en donde se podían observar diferentes reacciones y sentimientos. Desde el primer recreo se rumoreaba en secundaria que iba a pasar, casi que hasta se sabía la hora, era cuestión de tiempo. Fue entonces, después del segundo receso cuando de repente empieza el movimiento y desconcierto. Conociendo, en parte, el origen de la amenaza, y que se venía dando en otras escuelas, lo primero que a uno le salió fue reír. Minutos después, se convirtió en un “reír para no llorar”, porque a nosotros, que estábamos ahí desde las 7:30, nos cortó la mañana. Pero quedarnos en ese ‘festejo’ sería egoísta. Docentes que recién venían de su casa sólo para dar esa hora de clase, y se tuvieron que volver; niños y niñas desesperadas, llorando, porque no entendían que es “una broma”, porque algo así no es gracioso, porque las bombas no son divertidas; padres y madres que tuvieron que ir a buscar a sus hijos/as, que quizás no podían porque estaban trabajando, que tuvieron que mandar a alguien más. No es tan fácil como decir ‘zafo de matemática’, no lo podemos reducir a eso.

Una alumna de primaria abraza entre lágrimas a su mamá, luego de la amenaza de bomba
Tampoco podemos actuar como si estos actos no tuviesen consecuencias. El año pasado se construyó una causa penal que involucró a varios menores de edad, y el titular de un celular desde el que se llamó a la policía quedó imputado. Por un año, el joven se presentó una vez por mes en la sede del Patronato de Liberados y tuvo que realizar tareas comunitarias.
Esta situación es una pequeña de las tantas que nos tienen que llevar a pensar y reflexionar sobre nuestra manera de actuar. Entender que existe un otro, alguien más: que no está en mi misma posición y que puedo perjudicarlo. A nadie le gustaría ser esa nena que lloraba porque pensaba que no iba a ver más a su mamá. No seamos cómplices de esas lágrimas.
Fotografía: Damiana Bartel y Valentina Lopes
Cobertura periodística: Los alumnos Nicolás Carciochi, Valentina Lopes, Damiana Bartel y Luis Abregú